Muchos emprendedores, freelancers y profesionales en transición comienzan con entusiasmo:
> “Este mes sí organizo mi negocio.”
> “Voy a lanzar mi curso.”
> “Dejo de aceptar clientes tóxicos.”
Pero a los pocos días, el caos regresa. No por falta de voluntad.
Porque saltaron del problema al plan sin pasar por el diagnóstico.
El error invisible
Creer que sabes cuál es tu problema cuando en realidad solo ves el síntoma.
- Síntoma: “No tengo tiempo.”
Problema real: “No tengo límites claros ni procesos para decir ‘no’.”
- Síntoma: “Mis clientes no pagan a tiempo.”
Problema real: “No tengo un sistema de contratos ni seguimiento.”
- Síntoma: “Estoy quemado.”
Problema real: “Trabajo en modo reacción, no en modo intención.”
Six Sigma lo sabe desde el inicio
La metodología Six Sigma usada en empresas como Amazon, Toyota y hospitales de primer mundo comienza con una fase llamada DEFINE.
No dice: “Mejora ya.”
Dice: “Define con precisión qué estás tratando de resolver.”
Y eso requiere:
- Datos reales (no suposiciones)
- Autoconocimiento honesto (no idealizado)
- Claridad sobre lo que ya tienes (no solo lo que te falta)
Tu primer ejercicio de diagnóstico
Responde estas dos preguntas sin editar, sin justificar:
1. ¿Qué me frena?
(Ejem: “Tengo miedo de cobrar lo que valgo.”)
2. ¿Qué ya tengo?
(Ejem: “Tengo 3 testimonios reales, experiencia en X, y un portafolio funcional.”)
Este simple acto rompe el ciclo de acción ciega.
Porque no puedes construir sobre arena.
Necesitas saber en qué tierra firme ya estás parado.
El diagnóstico no es un paso previo al cambio. Es el primer acto de cambio.
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